Thursday, July 10, 2008

Alfred Arteaga 1950-2008


INSPIRACION

Alfred Arteaga

En el film, es ella, la extranjera,

ella que conmueve al protagonista

fingido en la blancura de la luz

y en el negro del infinito también

simplemente a causa de hablar francés.

En la escena que recuerdo, ella para,

espera a las lluvias de guerra, bueno,

metáforas de conflicto y de sangre

pero lluvias todavía, tal como

lluvias son al momento de encontrarse

con un acto de belleza violenta:

el mármol de una mano de una diosa

se compromete bajo la redacción

como la memoria aún persistente.

Es, según el guión improvisado,

la belleza que demora y no la actriz,

es la raza de olas y la de mareas

que simplemente son sus familares,

es el paisaje que es sexo para ella

más que la respiración de las lomas,

los sueños de los impasibles robles.

Pero en la tarde, afuera en la plaza,

ella está sola y fuera de la imagen,

fuera del montaje y de la historia

envuelta en una sintaxis helada

como si fueran piedras las palabras.

Con eso, la figura de la mujer

conoce ambos la escultura y las lluvias

pero algo de las palabras francesas

ella no sabe nada:

porque reproducida el habla falla

y la respiración da vida a nadie.

Al reconocer el nombre de la actriz

y de la figura que ella simula,

Veronica Karina,

ves por fin las letras F-I-N

que ilusionan el impulso del guión,

allí, lejos en la larga distancia

donde negra está la pantalla gris

y cierras a la vez la última blanca

página del libro, F-I-N .

¿Apagar la luz en ese momento

o esperar un poquito?

Cierras los ojos tal como el libro

y después de haber librado la vista

de todos los trozos blancos y negros

de pantalla y página, luz y papel,

mueves la cabeza a la derecha y ves

el azul cielo desde el avion azul

desde las alturas por la ventana

ves la azulada sangre que flota

encima lo de abajo, casa y plaza,

encima memorias desvanecidas.

A la vez que ves, al mismo instante

dos mariposas llegan a tu cama

por fin llegan a las manos que apenas

dejan caer un libro desde el cielo.

Respiras sobre las frágiles alas,

a la cama te caes y se te ocurre

que los sueños no han sido los efectos

de muerte ni las causas de belleza.

Traes en la mano, musa,

las alas azules de haber vivido

bajo un cielo que no está hecho de imagen

cuando respiras tu respiro encima.

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